A Daniela la encontramos sola por la calle, escondiéndose entre los coches aparcados, refugiándose en los portales y esquivando a la gente que la ignoraba cuando se cruzaba con ella.Es alegre y juguetona como cualquier cachorro y tiene tantas ganas de vivir y de ser feliz que ha dejado atrás la pena y el dolor de ser abandonada con la esperanza de encontrar pronto una vida mejor. Mientras llega ese momento, se contenta con disfrutar de sus compañeros, de robar todos los mimos posibles y prepararse para darle todo su cariño y amistad a la familia que decida adoptarla.