Marisa
"Como bien dice el enunciado esta es la historia de un final feliz, pero no sólo para la perrita Marisa, sino para nosotros, David y Mónica, una pareja joven de Madrid que llevábamos un tiempo sopesando la posibilidad de adoptar (siempre adoptar) un/a perrito/a.
La encargada de sondear la web en busca del animal elegido fue Mónica, que después de mucho ver y preguntar por muchos canes se decidió a dar el sí a esta preciosa perrita manchega, color canela mestiza de pequinés y (creemos) cocker.
Así que después de establecer contacto con la protectora, rellenar los formularios de adopción y acordar la fecha de la misma por fin llegó del día de ir a Pedro Muñoz (Ciudad Real). Reconocimos los dos días más tarde que ibamos bastante nerviosos en el coche hasta la protectora. De un plumazo ibamos a ampliar la familia, una personita peluda y de cuatro patas iba a entrar dentro de nuestra casa y nuestras vidas y, aunque estábamos de sobra convencidos, nos preguntábamos como nos aclimataríamos tanto nosotros como el animal.
Quedamos con ellos en el recinto donde estaban los perros y los primero que nos llamó la atención fue su reacción (de los perros) ante nuestra entrada. Estoy seguro y así nos confirmaron la gente de la protectora, que los animales sabían que se trataba de gente que iba allí para llevarse a uno de ellos hacia una vida mejor. En sus ladridos no se apreciaba ira ninguna, sino una súplica de amor y respeto, se conformaban con sólo una pizca de lo que ellos están dispuestos a darte a cambio.
Salimos de este recinto con la dueña de la protectora en dirección a su casa con el sonido de los ladridos de tantos perros metido en la cabeza, preguntándonos cómo podía haber tanta gente mala que les hiciera daño. Enseguida llegamos a la casa, donde nos estaba esperando Marisa. Entramos a una casa grande típica de los pueblos y al momento nos recibieron dos perritos chiquititos muy cariñosos (Roco y Alan si no recuerdo mal) que no dudaron en hacernos carantoñas y juguetear con nosotros y en ese momento, en cuando la dueña llamó por su nombre a Marisa vino como un rayo desde el patio hacia dentro de la casa contra nosotros a recibirnos. La primera impresión nos confirmó punto por punto lo que nos habían dicho de ella: que era una perrita muy buena, cariñosa y juguetona y con un precioso pelo de seda color zanahoria. Todo el tiempo que estuvimos en la casa (sobre tres cuartos de hora) estuvo jugando con nosotros. La habían bañado y puesto guapa y seguro que ella sospechaba que alguien venía a por ella. Estoy seguro de que Marisa era feliz con todos esos amiguitos perritos jugando sin parar y me dio un poco de pena separarla de ellos, pero también estaba convencido de que ibamos a congeniar de inmediato.
A la hora de irnos, nos despedimos de la dueña, le dimos las gracias por todo y al meternos en el coche para partir de vuelta a casa comprobamos que Marisa ya nos había adoptado a nosotros. Tan pronto nos sentamos en el coche se tumbó sobre las piernas de Monica sin para de lamerla, como si fuésemos sus dueños de toda la vida.
Y así es como ocurrió este final feliz. Desde entonces no ha habido más que momentos buenos con ella, tanto en casa como cuando hemos ido de fin de semana a alguna casa rural fuera de Madrid. Ella se acostumbró inmediatamente a nosotros y a su nueva casa e incluso ya ha hecho algunos nuevos amiguitos por el barrio como Lana, Homer, Uma, Sacha, Pipo,...
Desde aquí queremos animar a todo el mundo que quiera ampliar su familia, que antes de comprar miren y tengan en cuenta lo que hace está gente buena que invierte (o gasta) su tiempo y dinero de manera altruista en mejorar la calidad de vida de esos maravillosos animales para que se conciencien de que adoptar es la mejor opción para las tres partes.
Gracias por vuestra atención. Un beso."